Sobre la gentrificación, sus males y el derecho al centro histórico de Bogotá

Por: Camilo Vargas

Para nadie es un secreto que las grandes ciudades de América Latina han comenzado, desde hace varios años, a volcar la mirada hacia sus centros históricos; allí donde se gestaron los procesos de independencia y que en su tiempo fueron la ciudad en sí misma, hoy en día son foco de atracción por ese urbanismo que ha decidido apostarle al patrimonio arquitectónico, ya sea “renovando”, “rehabilitando”, “recualificando” o “revitalizando” lo que alguna vez fueron barrios de élite, que como consecuencia de múltiples factores se readecuaron para recibir una nueva población que, producto de la economía del subdesarrollo, la inasistencia estatal y la inversión de capital en la expansión urbana, no pudo mantener en buenas condiciones el entorno construido, lo que llevó a un proceso de deterioro fehaciente para los registros urbano-histórico de las ciudades.

Pero hoy, los centros históricos de ciudades como Lima, Ciudad de México, Quito, Buenos Aires, Santiago de Chile, Bogotá, entre otras no menos importantes, son “objeto de deseo y retorno a la ciudad construida” (Fernando Carrión).

Imagen del Proyecto Estación Central, ubicado en la zona de la carrera 10, 13 y Avenida Caracas, entre calles 24 y 26. Fuente: Colprensa.co

Imagen del Proyecto Estación Central, ubicado en la zona de la carrera 10, 13 y Avenida Caracas, entre calles 24 y 26. Fuente: Colprensa.co

Se trata de visibles mega proyectos urbanos que van a transformar los centros tradicionales bajo condiciones que la población originaria, por lo general de bajos recursos, no podrá solventar los gastos que implican las valorizaciones prediales o el aumento en los costos del suelo; que sumado a la llegada de hoteles, bares y restaurantes de lujo están detonando procesos silenciosos de desplazamiento barrial, aunque otras veces, más preocupante, mediante notificaciones de expropiación por la ejecución inmediata de proyectos urbanos, tal como ocurrió con el Proyecto Embajadas en el centro histórico de Quito. Así es, gentrificación en estado puro, anglicismo que en la década de los sesentas y setentas sirvió para denunciar la exclusión en zonas céntricas de ciudades estadounidenses y europeas, y que en la actualidad se ha puesto de moda para dejar ver uno de los tantos rostros perversos de la ciudad neoliberal en nuestra región.

En Bogotá, su centro expandido y su centro histórico se han visto sometidos a una acupuntura urbana sin precedente alguno. Por un lado, el proyecto Ciudad Salud, que pretende readecuar una considerable zona del centro-sur para la creación de nueva infraestructura hospitalaria privada, y mientras tanto, el San Juan de Dios (el que alguna vez fuese considerado el hospital público más importante de Bogotá, clausurado en 2001) se desmorona; también, la transformación de una zona del centro conocida como Ciudad Universitaria, que consiste en la adecuación de suelo para generar vivienda estudiantil, espacios verdes, locales comerciales, y centros culturales en inmediaciones a la Universidad de los Andes, institución de élite que lidera en la actualidad el Plan Parcial Progresa Fenicia; ni que decir del Proyecto Ministerios, el más controvertido por ser una iniciativa público-privada que ha puesto su interés en la transformación del paisaje arquitectónico del centro histórico para la llegada de sedes administrativas ministeriales, mas no en la mitigación del impacto social que traerá el desplazamiento de habitantes y comerciantes tradicionales que por décadas han construido memoria colectiva y tejido social. Esto para mencionar algunos.

Pero al mismo tiempo, han surgido colectivos de personas afectadas que deciden organizarse para oponerse abiertamente a los procesos mencionados. En el caso del hospital, trabajadores afectados por su cierre y el no pago salarial deciden “Resistir para renacer el hospital San Juan de Dios[1]; por su parte, en el barrio Las Aguas, colectivos de vecinos y vecinas que no están de acuerdo con la forma en que se ha venido liderando el Plan Parcial de la Universidad de los Andes, exigen condiciones para evitar el desplazamiento forzoso, la participación dentro del proyecto, garantías para conservar el tejido social del barrio, entre otras demandas que se condensan en el grupo No se tomen “Las aguas”.

Y en los barrios Centro Administrativo y Santa Bárbara, el Comité en Defensa del Centro, quienes articulan distintos mecanismos jurídicos y vías de hecho para dar a conocer las inconsistencias y perjuicios sociales del Proyecto Ministerios, llevando un mensaje claro y conciso: El centro no se vende, el centro se defiende.

¿Qué saldrá de los conflictos que genera esta acupuntura urbana en el centro de Bogotá? Resistencia colectiva y derecho al centro de la ciudad, condicionantes sin los cuales no se puede entender este territorio que ha decidido sublevarse frente a las imposiciones de las concesiones público-privadas o el mercado inmobiliario. La gentrificación en el centro histórico de Bogotá comienza a mostrar sus cartas. Depende ahora de las tácticas y estrategias del movimiento urbano-popular del centro encontrar salidas y así exigir que lo público sea público. Mejoramiento urbano si, pero con la gente.

 

Notas.

[1] https://www.facebook.com/ResistirParaRenacerHospitalSanJuanDeDios

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